
Con una sonrisa en los labios colgué el teléfono. D. Ya habían venido por mí se podían oír desde mi puerta las desesperadas las voces de mis amigas que me rogaban que no me tardara un segundo más. Pasamos todavía por Sun, quien muy preparadita ya nos esperaba en la entrada de su casa.
Los chavitos recién instalados en su vida de adultos salían a las calles como animales nocturnos en la cacería de la noche. Yo rogaba no encontrarme a mis alumnos. Me pidieron que yo manejara a pesar de mi terrible astigmatismo. Tenía que usar mis lentes para conducir, pero en cuanto llegamos al lugar Paper City, me los quité, ahhhhh lo que es la vanidad. Mil veces prefiero no ver… a lucir como una nerda.
La noche fría y yo con este vestido, lo bueno es que se me ocurrió estirar el brazo antes de salir de casa y tomé mi reboso, el que me daba un airecillo ethnic kinda folk tan cotizado por estos lados.
Paper City originalmente fue una fábrica de papel que ha sido convertida en una destilería de cerveza. A cambio de $5 toma uno lo que quiera. La puerta era enorme, me daba escalofríos pensar en todos los trabajadores que alguna vez alojó esta estructura, se podía sentir en la vibra.
Mis cuatas más que en lo sociofilosófico del asunto estaban clavadas con lo físico…pero yo seguía con mis andanzas intelectuales, pensando que todo esto es parte del más básico impulso de los seres sexuados…el aparearse.
Creo que he estado leyendo demasiado, eventualmente me bajaré…un cervecita me ayudará, como me conozco y porque además era la conductora designada pues iba a ser una y no más.
Pero no era así la cosa, en la barra lo que le daban a uno eran mini vasitos con cerveza de distintos sabores, pues ¿qué será? una de vainilla, ¿Por qué no? Adoro la vainilla, Bee me acompañó y se pidió una de blueberry. Las bartenders todas en bikini tops llenaban las demandas de los concurrentes.
Una cosa de los lugares como este, es que nunca sé qué pasa, no me doy cuenta de quien le dijo que a quien y siempre resulta ser un dramón de miedo, no importa con quien vaya siempre hay emociones con las que lidiar. ¿Ya mencioné la música? Después de casi dos meses sin bailar tango, de verdad siento nostalgia por el baile de Gardel. Sabía que no iba a encontrar nada cercano, pero Coldplay por amor de Dios…podemos tener más altas expectativas.
En fin, no me hubiera extrañado oír rock cristiano, el hígado solo aguantaba los embates. El vasito nos duro para nada y eso. ¿Vamos por otro? – ´ta bueno. Total están chiquitos, 3 hacen uno. Sun ya cantaba con un güero en la esquina, Bee y yo juntas hasta la muerte, ¿Y Nina?. “Señores pasajeros, favor de abrocharse los cinturones de seguridad estamos a punto de despegar”
Bee y yo nos dedicamos a buscar a Nina, por eso del sexo no-consensual, caminábamos por estrechísimos espacios, rozando partes privadas que para ese punto pues no eran tan privadas. Encontramos la consola y se nos abrió el camino. ¡Vamos a poner música!, curiosa la selección de U2 a Manu Chao, creo que hasta los pendejos de Maná estaban ahí.
Bee que esta clavada con que le dicen que se parece a Shakira (de dónde digo yo) puso La tortura. Y seguimos nuestras pesquisas. Pasaron dos segundos y ya sonaba la canción de Bee, misma que merecía ser bailada…levantamos los brazos y entrelazamos los dedos cantábamos y bailábamos al mismo tiempo los ojos cerrados.
Sentí una presencia que ya me tenía tomada de la cintura, se me arrejuntaba haciendo obvio su tamaño. Escandalizada abrí los ojos, solté a Bee, quien era cortejada por otra presencia. Bee ni se inmutó. Yo miré de frente a la aparición, quien me decía a gritos, ¡qué, ¿no quieres bailar?! Sin decir nada atiné solo a mover la cabeza en señal de –No.
Y agarré camino…¿Qué se piensa ese pendejo? ¿Que nada más así me va a manosear?, pues es que creo que la cosa es así en estos lugares…Puta me sentí como la monja del cuento.
Ya me había echado a perder la canción, de repente me encontré a Sun en otra esquina siendo comida en vida…OK… una más por quien preocuparse. Cuando acabó la canción Bee no parecía muy interesada y decidió unírseme. Señalé a Sun, Bee guiñó un ojo.
Parecía más fácil permanecer juntas si nos tomábamos de la mano, para ese entonces pues ya se hacía necesaria otra cervecita, sería mi tercera y última. Caminábamos hacía la barra. Bee no sé de donde comenzó a hablar con un par de chavos, quienes sorprendentemente parecían más grandes y maduros que el resto del personal.
Bee se acercó a la barra y pidió cerveza para todos, hablábamos no sé de que, pero por lo menos conversábamos. Bee se desaparecía cada 5 minutos por más cerveza. Después de mi tercera comencé a sentir el efecto etílico. Ya estuvo…ahora a esperar que se me baje.
A ella ya la abrazaban, oohhh no ¡que nadie piensa más que en sexo! Pues mi compañero (haciendo señal de comillas con los dedos) parecía más desubicado que yo, buena cosa, por lo menos me daba una pequeña sensación de control. El pobre me contaba que había pasado toda la semana encerrado en su laboratorio, rogando a Dios que sus ratoncitos no se murieran. ¡Qué nivel!... ¿Y Nina? No veo nada, estoy mareada y el cuate de los ratoncitos, ¿de verdad me estará contando eso?
La cosa es que la Bee ya estaba haciendo uso de labios, que bien por ella, después de la chinga que nos hemos pegado esta semana pues ni qué decir, el de los ratoncitos tenía las pestañas güeras, nada más por eso ya no me latió.
La cosa es que el cuate de Bee le decía cosas en el oído que la hacían estremecerse, ella decía que no con la cabeza y él juntaba las manos en señal de ruego, ella seguía negándose. Yo ni idea, ambos de repente me miraron al mismo tiempo… OK … es conmigo la cosa. ¿Qué querrán?, Bee con su dedito me dijo que me acercara. Pasaron por mi mente mil posibilidades, quieren el carro, quieren que los lleve a alguna parte, quieren seguírsela en la casa de él, puse mi orejota para que Bee me dijera, pero ella tomó mi cara con sus dos manos y me plantó sus labios.
De puro instinto abrí un poco la boca y con mi lengua toque su lengua, sabía a cerveza de mil sabores, estaba concentrada en el tacto de los labios de Bee, suaves y carnosos, su olor era delicioso, no puse ningún tipo de resistencia, se me hizo natural. En la barra sonaron una campana, la gente aplaudía y gritaba, Bee y yo nos seguíamos besando. Cuando abrimos los ojos. Nina estaba en primera fila.
1 comment:
La Paper Factory suena a concierto en Bozeman, pero los vaqueritos no son tan ma~osos.
Post a Comment